En la atmósfera, previamente a su interacción con la superficie terrestre, la energía solar se ve sometida a modificaciones de intensidad y de distribución espectral. Tras la interacción, la energía reflejada vuelve a través de la atmósfera siendo, de nuevo, modificada antes de alcanzar el sensor, donde finalmente es captada. La información así obtenida es posteriormente enviada a las estaciones receptoras en Tierra para su procesamiento ulterior.