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23 septiembre, 2025
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El Declive de la Hegemonía de EE. UU.:
El Origen del Orden Multipolar

Por: Rodrigo Bernardo Ortega

Septiembre de 2.025

El final de la Guerra Fría marcó un punto de inflexión en la historia reciente, abriendo un periodo de grandes expectativas y transformaciones. Para Rusia, este momento significó un giro estratégico fundamental en su política exterior. Tras el colapso de la Unión Soviética, la nueva Rusia post-soviética, bajo el liderazgo de figuras como Mijaíl Gorbachov, anhelaba un futuro de cooperación e integración con Occidente. El concepto de la “casa común europea” encapsulaba esta visión idealista: una Europa más amplia y unida, sin divisiones ideológicas ni barreras. Rusia buscaba ser un socio de pleno derecho en este nuevo orden, creyendo que la seguridad y prosperidad del continente dependían de una estrecha colaboración. Sin embargo, este sueño de integración se desvaneció rápidamente.

La expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el este, incorporando a antiguos miembros del Pacto de Varsovia y a repúblicas exsoviéticas, fue percibida por Moscú como una amenaza directa a su seguridad nacional. Para Rusia, esta expansión no era una simple reconfiguración de alianzas, sino una violación de las promesas tácitas realizadas al final de la Guerra Fría. Esta percepción de cerco y amenaza exterior fue alejando a Rusia de su objetivo de integración. El punto de inflexión definitivo se produjo a partir de 2014, con los eventos en Ucrania. En ese momento, la visión de una “casa común europea” fue abandonada formalmente, y Rusia adoptó un nuevo concepto estratégico: la Gran Eurasia. Este cambio de rumbo no es un simple ajuste de políticas, sino el primer acto de un realineamiento geopolítico global que sigue desarrollándose y que redefine las alianzas y las dinámicas de poder a nivel mundial.

El surgimiento de este nuevo orden multipolar no es un fenómeno espontáneo, sino el resultado de décadas de decisiones estratégicas, muchas de las cuales, en retrospectiva, resultaron ser errores de gran calado por parte de las administraciones estadounidenses. Figuras prominentes, como el exsecretario de Estado Henry Kissinger, habían advertido sobre el peligro de empujar a Rusia «hacia los brazos de China». Kissinger entendía que la geografía y la historia rusa hacían inviable una ruptura total con Occidente, pero la política de presión y confrontación podía generar exactamente eso. Irónicamente, esta advertencia, que se hizo eco durante la primera administración de Donald Trump, fue replicada por la propia política exterior de Washington, demostrando una falta de visión a largo plazo y una sobre estimada confianza en la hegemonía estadounidense.

Un ejemplo elocuente de esta estrategia fallida fue la presión ejercida sobre la India.

Washington intentó, mediante amenazas de aranceles y sanciones, obligar a Nueva Delhi a reducir sus relaciones comerciales con Rusia, especialmente en el sector energético. La lógica detrás de esta táctica era utilizar a la India como un contrapeso estratégico a China en Asia. Sin embargo, el resultado fue diametralmente opuesto. Lejos de aislar a la India, esta coerción la empujó a fortalecer sus lazos comerciales y de seguridad con Rusia y China, dos de sus principales socios en el bloque de los BRICS. Esta táctica estadounidense aceleró la consolidación de alianzas como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y los BRICS, demostrando que la coacción económica no siempre produce los efectos deseados.

Se enfrían las reaciones entre los tardicionales aliados EE.UU. – India

El primer ministro indio, Narendra Modi, hizo una declaración pública contundente que encapsulaba la nueva realidad geopolítica: el comercio de petróleo con Rusia es mucho más vital para la economía de la India que el acceso al mercado estadounidense. Esta postura no solo desarticuló la estrategia de EE. UU. de usar a la India como peón, sino que también solidificó la cooperación entre los países BRICS y el liderazgo de la India dentro de este creciente bloque.

El realineamiento geopolítico actual está impulsado por un deseo de una gobernanza global más justa y equitativa. Durante los últimos 80 años, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. ha dominado las instituciones económicas y financieras mundiales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Este orden, aunque ha proporcionado estabilidad en muchos aspectos, ha sido percibido por la “mayoría global” como un sistema que viola sus propios principios de multilateralidad y trato igualitario. El uso selectivo de aranceles, la imposición de sanciones unilaterales y la militarización del comercio han erosionado la confianza de muchos países, llevándolos a buscar alternativas.

China y Rusia están liderando el camino hacia un nuevo sistema, un orden alternativo que busca retomar el espíritu de cooperación prometido al final de la Segunda Guerra Mundial. Este cambio es posible gracias a la masa crítica que ahora poseen estas naciones, un factor que estaba ausente en intentos anteriores, como el del movimiento de los países no alineados en 1954. La poderosa economía de China, sus inmensas reservas de divisas y su capacidad tecnológica le permiten ser el núcleo de esta nueva alianza, proporcionando la base económica y financiera para un sistema paralelo.

Un desarrollo clave que subraya la irreversibilidad de este cambio es la firma del acuerdo para el gasoducto Fuerza de Siberia 2. Este proyecto masivo no es solo un acuerdo comercial, sino un símbolo del realineamiento geopolítico. Redirige el gas de los yacimientos rusos del Ártico, que antes estaban destinados a Europa a través de los gasoductos Nord Stream, directamente a China. La destrucción de los Nord Stream en 2022 consolidó la ruptura energética entre Rusia y Europa. Para Rusia, esta inversión en infraestructura asiática confirma que la reconexión energética con Europa no es una opción viable a corto o mediano plazo. Los líderes rusos asumen que el daño a la relación con Europa, especialmente con Alemania, tardará décadas en sanar. Mientras Europa se ve forzada a depender del costoso gas natural licuado de EE. UU. y a comprar más armamento estadounidense, los países de la “mayoría global” están fortaleciendo sus lazos comerciales y energéticos, creando una fractura global que no solo aísla a EE. UU., sino que arrastra a Europa, que se niega la posibilidad de comerciar con las economías de más rápido crecimiento del mundo.

Trazado del gasoducto Poder de Siberia 2

Otro pilar del nuevo orden es la desdolarización de las finanzas internacionales. La instrumentalización del sistema financiero por parte de EE. UU., ejemplificada por la congelación de 300 mil millones de dólares en reservas rusas y la expulsión de países del sistema SWIFT, ha hecho que otras naciones busquen desesperadamente alternativas. El comercio en monedas nacionales entre los países de la OCS y los BRICS se está volviendo cada vez más común, lo que reduce la dependencia del dólar y protege a las naciones de la posibilidad de que sus activos sean confiscados. Este cambio no solo aumenta la eficiencia, al reducir las cargas asociadas a la conversión de divisas, sino que también ofrece una capa de seguridad frente a la coerción económica.

En esencia, lo que estamos presenciando es una lucha de civilizaciones por reestructurar todo el sistema de comercio y finanzas globales. No se trata de un conflicto ideológico al estilo de la Guerra Fría, sino de un esfuerzo pragmático por retomar el camino hacia un sistema multipolar, justo y equitativo para todas las naciones. La estrategia de EE. UU. hacia la India, y hacia otros países, parece estar basada en la premisa de que puede dictar términos y condiciones, una postura de “o estás con nosotros o contra nosotros”. Esta mentalidad choca con la política exterior de no alineamiento que naciones como la India han mantenido históricamente.

Los encargados de la política en Washington no han evaluado correctamente los costos y beneficios de su enfoque, pues creen que la dependencia de otros países del mercado estadounidense es tan grande que estos se someterán. Sin embargo, han subestimado la capacidad de China, Rusia y la India para aceptar una interrupción comercial y reestructurar el comercio entre ellos. Por ejemplo, China ya ha desviado completamente su compra de soja de Estados Unidos a Brasil, lo que ha perjudicado al sector agrícola estadounidense.

El trato que recibe la India es un síntoma de un cambio más profundo en el orden mundial. Anteriormente, EE. UU. era visto como un “hegemón benigno” que mantenía la estabilidad económica global. Sin embargo, ese rol ha evolucionado y el control sobre el sistema económico global se ha convertido en un arma para impedir el ascenso de sus rivales. Esta estrategia, que incluye la confiscación de activos y la restricción del acceso a tecnologías, ha erosionado la confianza de otros países, empujándolos a buscar sistemas alternativos. En lugar de prevenir la formación de un bloque “anti-EE. UU.”, esta política está acelerando su surgimiento.

Como respuesta a esta situación, India, China y Rusia están construyendo un nuevo sistema que se basa en los siguientes principios:

  • Multipolaridad: Un mundo con múltiples centros de poder en lugar de uno solo.
  • Igualdad soberana: Relaciones entre naciones basadas en la igualdad y sin injerencia en sus asuntos internos.
  • Comercio sin coacción: El comercio y las finanzas como herramientas de cooperación, no de presión política.
  • Diálogo sobre conflicto: Resolución de las diferencias a través de la negociación, no de la confrontación militar.

Estos principios se alinean con el derecho internacional y los fundamentos del Estado de derecho. La mayoría de los países del mundo no buscan unirse a un bloque contra EE. UU., sino más bien adherirse a estos principios de civilización y justicia.

Irónicamente, la estrategia de desarrollo económico de China, a menudo etiquetada como “socialista”, es un reflejo casi exacto de lo que los economistas clásicos del siglo XIX defendieron para Gran Bretaña y Alemania. Este modelo se basa en una economía mixta, donde el Estado desempeña un papel activo para fomentar la producción y reducir los costos operativos. Este enfoque se contrapone directamente a la financiarización de las economías occidentales, donde el capital se desvía hacia la especulación financiera (burbujas inmobiliarias y bursátiles). En China, el Banco Popular de China dirige las finanzas hacia inversiones tangibles y productivas que elevan el nivel de vida, en lugar de generar riqueza financiera para una élite reducida.

Este es el modelo que el eje de los BRICS y la “mayoría global” están adoptando: usar el excedente económico para reinvertir en la producción nacional, eliminando las cargas financieras, como los altos intereses y las rentas de monopolio que caracterizan a Occidente. El sistema occidental se ha vuelto insostenible. Sus economías están sobrecargadas por una deuda insostenible, una desigualdad económica extrema y un enfoque militarista que ha desviado recursos y generado desconfianza.

Dirigentes de los BRICS durante la cumbre de julio de 2018

En lugar de ver las alternativas emergentes como una amenaza, deberíamos reconocer que el sistema actual ya no es viable. El ascenso de la OCS y los BRICS no es un retorno al pasado, sino el inicio de un camino alternativo hacia un futuro más estable y equitativo. La pregunta del millón es si este nuevo enfoque de la India, Rusia y China, con su creciente poder y alianzas, podría finalmente presionar a EE. UU. para que cambie su política exterior, o si la confrontación se intensificará. ¿Podrá Occidente adaptarse a este nuevo panorama multipolar o persistirá en un modelo que ha demostrado ser insostenible, acelerando su propio declive?

Bibliografía

  • Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire (1973)
    https://www.academia.edu/88565404/Super_Imperialism_The_Economic_Strategy_of_American_Empire_By_Michael_Hudson_New_York_Holt_Rinehart_and_Winston_1972_Pp_xxx_304_9_95
  •  J is for Junk Economics: A Guide to Reality in an Age of Deception (2017)
    https://archive.org/details/isbn_9783981484250
  • The Destiny of Civilization: Finance Capitalism, Industrial Capitalism or Socialism (2022)
    https://resistir.info/livros/hudson_destiny_of_civilization.pdf

 

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