Por: Rodrigo Bernardo Ortega
Febrero de 2.024
USA lleva muchos años ampliando su territorio oceánico fuera de sus aguas territoriales, y de manera aparentemente legal.
La recopilación de datos comenzó en el 2003 y constituye el mayor esfuerzo por hacer mapas de la costa exterior jamás llevado a cabo por los Estados Unidos.
Estas anexiones de territorio marino se dan en múltiples sitios: El Ártico, El Golfo de México, El mar de Bering, las costas de los océanos tanto Atlántico como Pacífico y hasta las Islas Marianas.
El inicio de 2024 marca un hito en dicha estrategia, al llevar a cabo una ampliación del territorio de más de 1.000.000 de kilómetros cuadrados, un área casi equivalente a todo un país como Colombia.
Esta vez no se ha publicitado esta decisión por medio de comunicados de prensa de la Casa Blanca o anuncios en foros internacionales, simplemente el Departamento de Estado informa que “ha actualizado las coordenadas geográficas que definen los límites exteriores de la plataforma continental de los EEUU en áreas más allá de las 200 millas náuticas desde la costa, conocida como la plataforma continental extendida”.
Primero veamos en que consiste “la plataforma continental extendida”: este concepto se acuñó desde 1982 en la Convención sobre el Derecho del Mar, en el cual en su artículo 76 se define como el lecho marino y el subsuelo que se extiende más allá de 200 millas de la Zona Económica Exclusiva de cada país y es de vital importancia para la explotación de los recursos naturales allí ubicados.
Según la convención antes mencionada, los países pueden tener derecho sobre estas nuevas áreas si pueden demostrar que es una prolongación natural de su Zona Económica Exclusiva, presentando datos hidrográficos y geológicos a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental.
Se requieren datos sobre la profundidad, la forma y las características geofísicas del fondo marino y del subsuelo.
Pero hay un pequeño inconveniente: Los Estados Unidos no ha ratificado la convención, entonces olímpicamente se ha anexionado todos esos territorios sin acogerse a los lineamientos y obligaciones emanadas de la convención de 1.982, por lo cual se genera una razonable incertidumbre sobre la credibilidad y aceptabilidad de los límites de su plataforma continental extendida. Y es que en la página web del Departamento de estado (https://www.state.gov/the-us-ecs/), menciona el tema, pero de una manera totalmente acomodada a sus intereses, veamos:
“Estados Unidos ha apoyado firmemente la Convención y ha sido la política de los Estados Unidos de actuar de manera consistente con sus disposiciones con respecto a los usos tradicionales del océano”. Lo cual indica que en principio si quiere hacer parte del convenio mundial.
Pero, a renglón seguido se coloca a la defensiva declarando un derecho adquirido:
“Los derechos de un país sobre la plataforma continental son inherentes al derecho internacional, incluido lo reflejado en el artículo 77 de la Convención, .y existen ipso facto y ab initio”.
Para rematar con su posición olímpica, para soslayar el tema de la NO RATIFICACIÓN por parte del congreso norteamericano de la convención:
“Estados Unidos presentará su paquete de presentación ante la Comisión al adherirse al Convenio. Estados Unidos también está abierto a presentar su paquete de presentación ante la Comisión como NO PARTE en la Convención”. (El énfasis es nuestro.).
Por tanto, la posición norteamericana es ambigua: adopta la parte que le conviene de la convención, o sea el derecho que posee a reclamar áreas marinas y submarinas en TODOS sus mares territoriales, pero como no forma parte de la convención porque no la ha ratificado, se niega a seguir sus lineamientos y obligaciones.
Esta forma de actuar de los norteamericanos nos hace reflexionar sobre “PARASITOS”, magistral película coreana, ganadora de La Palma de Oro y 4 premios Óscar, dirigida por Bong Joon-Ho, en la cual nos presenta una familia que como los Estados Unidos, todos tenemos una deuda con ella y por tanto debemos dejarnos esquilmar en todos los aspectos.