Por: Rodrigo Bernardo Ortega
Octubre 11 de 2023
El maíz es la especie vegetal central en la alimentación, sociedad, cultura y economía de México, y no podía ser de otra forma, pues en este territorio mesoamericano se originó y se cultiva allí desde hace más de seis mil años.
Todo comenzó en el Valle de Tehuacán, y es de otra parte, el reservorio de 64 variedades de ese alimento, 59 de las cuales son nativas.
Ni que decir de la importancia del maíz en la cultura Maya, pues podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el maíz era la base fundamental de la sociedad, ya que existe una relación indisoluble del mismo con los grupos humanos que habitaron el territorio desde tiempos prehistóricos y dichas culturas basaron su desarrollo en el cultivo de este cereal; además, esta relación ha permanecido hasta el presente en las poblaciones rurales e indígenas de todo México.
El consumo del maíz inició con un sencillo proceso de calentamiento hasta que la semilla explotara en la forma que hoy conocemos como “palomita de maíz” y más tarde, es casi seguro que también se moliera para producir harina, pero sin duda, el proceso de nixtamalización para la elaboración de la masa para tortillas y tamales es uno de los grandes logros de las culturas mesoamericanas, al favorecer la biodisposición del calcio, aminoácidos y niacina.
Para la época anterior a la conquista española ya los habitantes de Mesoamérica efectuaban un aprovechamiento integral del maíz. Tanto los granos, las hojas, los tallos, como las espigas del maíz, se utilizan con diferentes propósitos.
Todas las partes de la planta, incluyendo las raíces y horcones, sirven como abono o combustible. La caña se utiliza en la construcción como también en trabajo artesanal, ha servido de envolvente, abono, combustible, bebida refrescante o embriagante.
La hoja sirve como envoltura de tamales, para fabricar objetos rituales o artesanales, también como recipiente y para amarrar manojos de hierbas y especias; antiguamente los cigarros venían envueltos en hojas de totomoxtle. El olote, corazón de la mazorca, se emplea como combustible y alimento para animales, como herramienta para desgranar las mazorcas, pulir madera y piezas de alfarería, o como tapón de recipientes.
Actualmente, la industria emplea el maíz como forraje en la alimentación de grandes hatos, y para obtener compuestos químicos comercializados en alimentos, medicinas y cosméticos: azúcar de maíz, dextrosa, miel de maíz, almidón o fécula, aceite, color caramelo, dextrina, malto dextrina, sorbitol, y ácido láctico. También es un recurso energético renovable, ya que de él se obtiene el etanol, que es un alcohol derivado de la fermentación del almidón del maíz, el cual se emplea como combustible para automotores.
Como podemos observar con la exhaustiva descripción anterior, los mexicanos desde siempre han tenido un consumo autosustentable, pero han pasado muchos siglos y las cosas han cambiado de manera absoluta, pues actualmente todo el mercado mundial del cereal está controlado por unas pocas multinacionales, entre las que se destaca por mucho la firma estadounidense Monsanto.
México ha padecido cambios profundos que iniciaron en los noventas el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): desde el retiro de subsidios directos para el sector agrícola, hasta la desaparición de instituciones públicas que antes ofrecían asistencia técnica para el cultivo del maíz.
En cambio, Estados Unidos se reservó el derecho de inundar a México con su maíz transgénico a muy bajo costo, puesto que es producido de manera industrial en grandes extensiones y como si lo anterior fuera poco, con importantes subsidios a los agricultores estadunidenses.
Las cifras son contundentes: en tanto que antes del tratado, la importación de maíz a México era totalmente marginal, comenzó a aumentar de manera sostenida y significativa. Ya en el inicio del presente siglo era de 2.2 Millones de Toneladas, representando un 10% del consumo, el cual en los primeros 10 años subió al 20% con 6.7 Millones de Toneladas y al 30% en 2020 con 13.5 Millones de Toneladas importadas de los Estados Unidos. Desde la pandemia, el tema ha salido de madre y en 2022 llegó al 39% del consumo interno.
Pero lo peor es que el maíz traído del país del norte es de muy baja calidad, no es apto para consumo humano y está contaminado con aflatoxinas por lo que se ha limitado su uso a la alimentación de ganado, principalmente de cerdos.
Lo que pretende el gigante del norte es que además de la importación del maíz para consumo, se importe también la semilla de maíz transgénico producido por Monsanto, del que existen dos variedades: la resistente a insectos, única aprobada por la Unión Europea pero también prohibida en 18 países de la misma y la variedad hecha para resistir particularmente al herbicida glifosato, que solo vende Monsanto, dicha variedad se encuentra totalmente prohibida en Europa y que se usa en Estados Unidos y unos pocos países más.
Ese herbicida, sin cuya aplicación pierde sentido la compra de la semilla que lo resiste, ya que es su única cualidad, aunque abarata el control de hierbas en la siembra de enormes extensiones, no aumenta rendimientos y por tanto no incrementa el precio de la cosecha; pero eso sí, su aplicación exige medidas extremas de cuidado por el riesgo de muerte para toda forma de vida (incluida la humana) que implica su alta toxicidad. Quien esté interesado en profundizar sobre este tema, le invitamos a leer nuestro artículo: “ESTADOS UNIDOS QUIERE ENVENENAR EL MUNDO”, el cual, a pesar de haber sido publicado hace ya casi 7 años, no ha perdido vigencia.
Si se permite la siembra y consumo de la variedad transgénica de Monsanto en forma indiscriminada, sería inevitable la contaminación de los maíces criollos mexicanos, los cuales ya están adaptados por la naturaleza a las condiciones ambientales óptimas para su cultivo; de las 64 variedades que viven en México, dependen las siembras del 73% de las unidades agrícolas del país.
Esto nos lleva a otro inconveniente del uso de semillas transgénicas, y es que no toda tecnología es útil en cualquier contexto económico, tampoco es sinónimo de progreso; así las cosas, las tecnologías desarrolladas en las economías avanzadas pueden causar efectos adversos en otras condiciones.
Como ya lo mencionamos, el maíz que se importa es de baja calidad para consumo humano y está contaminado con aflatoxinas. Esta tendencia indica que el productor marginal de maíz tendrá cada vez más problemas para sostener su producción y consecuentemente la diversidad del maíz.
Múltiples estudios científicos que se han efectuado desde hace más de 10 años en diversos lugares del mundo han demostrado fuera de toda duda que el maíz transgénico de Monsanto está relacionado con daños en los organismos de las ratas, particularmente en hígado y riñones. Los interesados en profundizar sobre este asunto, los animamos a consultar el International Journal of Biological Sciences.
El gobierno de México en diciembre del 2020 emitió un decreto que definió el 31 de enero del 2024 como límite para la importación del maíz transgénico, pero no quedó claro si se refería al destinado para uso pecuario e industrial o solamente para consumo humano. Estados Unidos se ha opuesto, manifestando que la norma es violatoria del Tratado de Libre Comercio por plantear una barrera fitosanitaria supuestamente falsa al comercio del maíz transgénico.
Intentando evitar una controversia con Estados Unidos, México emitió el 13 de febrero 2023 un segundo decreto para regular la siembra y el consumo del maíz transgénico y prohibir el uso del glifosato, más suave que el de diciembre de 2020.
El actual decreto mantiene la prohibición de siembra y liberación al ambiente de ese maíz, así como su uso en la elaboración de masa y tortillas, pero permite su importación para uso pecuario e industrial, elaborar aceite comestible, corn flakes, jarabe de maíz de alta fructuosa y muchos comestibles adicionales. Y es que el maíz importado es fundamental en la industria pecuaria mexicana, pues no hay otra forma para sustituir este alimento para engordar los animales.
Debemos entender que el gobierno de Joe Biden busca su reelección en 2024 y requiere los votos de los agricultores estadounidenses, entonces necesita dar la impresión de que defiende sus intereses, pero con quien está realmente comprometido es con Monsanto, por ello nombró como Ministro de Agricultura nuevamente a Tom Vilsack, quien ya lo había sido de Obama y recibió el apodo de Míster Monsanto, remoquete este bien ganado, pues desde principios del siglo ha sido un lobista de la industria para conseguir los permisos y autorizaciones por parte del gobierno norteamericano: ha sido determinante en la introducción de la remolacha azucarera Roundup Ready de Monsanto, alfalfa Roundup Ready de Monsanto, maíz DroughtGard de Monsanto y muchos otros. En 2016, Bernie Sanders reconocido demócrata de izquierdas, le criticó mucho por haber impedido la aprobación de una ley que exigía un etiquetado estricto de los transgénicos en los productos. También se le acusa de haber permitido que, en los mataderos de aves de corral, sustituyan a los inspectores estatales por empleados pagados por sus empresas para controlar su producción.
México no puede ser sometido a los intereses mercantiles del secretario Vilsack, que implican un alto riesgo de pérdida del germoplasma de las variedades autóctonas por contaminación.
He ahí pues el dilema para el gobierno mexicano: si es flexible y aprueba el uso indiscriminado del maíz y las semillas de Monsanto, envenena a su población y afecta de manera grave el futuro de sus variedades criollas, pero si por el contrario, endurece su posición en relación con la importación del maíz transgénico de Monsanto, pone en peligro su producción pecuaria, o por lo menos la hace sensiblemente menos competitiva. Lo que si no puede olvidar es que, para preservar la diversidad genética del maíz mexicano, se debe proteger a los más de 2 millones de pequeños agricultores que existen en el país, pues son los guardianes del germoplasma nativo de maíz, ya que conservan, mantienen e incluso modifican la diversidad genética presente en sus territorios mediante el intercambio, flujo genético y experimentación de nuevas semillas. Se les debe atender con subsidios, asesoría técnica y programas de desarrollo rural.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.biodiversidad.gob.mx/publicaciones/versiones_digitales/Origen_deMaiz.pdf
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/guillermo-knochenhauer/2023/08/24/mr-monsanto/
https://es.wikipedia.org/wiki/Tom_Vilsack
https://olca.cl/articulo/nota.php?id=102698
https://voxeurop.eu/es/monsantocho/
https://tuplanetavital.org/actualidad-planetaria/monsanto-angel-o-demonio/