Nunca, después de la segunda guerra mundial, se había registrado un despliegue bélico en Europa de tal magnitud.
Tanto Estados Unidos como algunos miembros de la OTAN han entregado y están entregando todo tipo de armamento al régimen de Kiev. Es ésta una nefasta estrategia que puede significar la destrucción de la seguridad internacional, no solamente en la región en conflicto, sino una ruptura total de la seguridad a nivel global.
La afirmación anterior está sustentada en el gran impacto que tendrá la introducción de armas que representan una importante afectación de los derechos humanos.
Cómo siempre nos hemos caracterizado en esta tribuna, presentaremos la información debidamente sustentada por fuentes muy verosímiles, veamos:
Al inicio del mes de agosto de 2.023 se ha verificado con toda claridad, la decisión del gobierno de los Estados Unidos de confirmar el envío de las controvertidas bombas de racimo a Ucrania, lo cual provocó la indignación de grupos humanitarios, e inclusive algunos de sus aliados. Esta información proviene de fuentes totalmente independientes como se puede corroborar:
FRANCE24:
Estados Unidos confirma el envío de las controvertidas bombas de racimo a Ucrania.
Biden dice que fue una decisión “difícil” y “Kiev prometió utilizar estas controversiales bombas con cuidado y desde Washington insisten en que solo enviarán los artefactos con una tasa de fallo inferior.”
CNN:
La contraofensiva de Ucrania avanza lenta pero persistentemente con la ayuda de bombas de racimo.
https://cnnespanol.cnn.com/2023/08/17/ofensiva-ucrania-bombas-racimo-trax/
“Han aparecido imágenes de drones que muestran la intensa lucha por Urozhaine, en las que se puede ver a docenas de soldados rusos huyendo hacia el sur de la aldea. Al parecer, son bombardeados durante su huida, por momentos con lo que parecen ser municiones de racimo, dijeron dos expertos en armamento que revisaron los videos de los incidentes. Los expertos no quisieron ser identificados por tratarse de un tema delicado.”
EURONEWS:
Guerra en Ucrania | La ONU expresa preocupación por la entrada de armas.
Inclusive, altos funcionarios de la ONU como Izumi Nakamitsu quien afirmó: “muchas de esas armas caen en manos de «usuarios finales no autorizados», generando desestabilización.”
Pero el asunto está lejos de quedarse allí, Zelenski, ha pedido ayuda militar que incluya municiones, aviones de combate y misiles de largo alcance. Todo ello tras la intensificación del conflicto, que ha llevado a una mayor demanda de Kiev a sus socios occidentales, y que además ha reiterado la necesidad de continuar recibiendo proyectiles de artillería.
No puede ser más elocuente el siguiente mensaje en las redes del propio Zelenski:
«Un paquete de ayuda de defensa oportuno, amplio y muy necesario de los Estados Unidos. Estamos agradecidos con el pueblo estadounidense y el presidente Joseph Biden por los pasos decisivos que acercan a Ucrania a la victoria sobre el enemigo y a la democracia a la victoria sobre la dictadura. La expansión de las capacidades de defensa de Ucrania proporcionará nuevas herramientas para la desocupación de nuestra tierra y acercar la paz».
La respuesta no se hizo esperar y los Estados Unidos ha confirmado también la aprobación del envío de aviones F-16, por parte de sus aliados europeos a Ucrania.
La información anterior se puede verificar también en muchos medios independientes:
FRANCE24:
“La entrega de los aviones F-16 es solo parte de la ecuación. Además de proporcionar estas aeronaves de guerra, a pedido de Washington, los aliados de Ucrania deben capacitar a sus pilotos para utilizarlas de manera efectiva. EE. UU. ha subrayado la importancia de los F-16, al igual que los avanzados tanques estadounidenses Abrams.”
Cómo si todo lo narrado antes fuera poco, el importante portal de noticias suizo swissinfo, nos sorprende hace muy poco tiempo con la siguiente noticia:
SWISSINFO:
EE.UU. anuncia otro paquete de armamento para Ucrania valorado en 250 millones de dólares.
Esta ayuda militar para Ucrania incluye misiles AIM-9M para defensa aérea, sistemas de detección de minas y los famosos misiles Javelin, además de gran cantidad de municiones para varios tipos de armas, por ejemplo, para el sistema de cohetes HIMARS, de artillería de 155 y 105 milímetros y tres millones de cartuchos para armas pequeñas.
Concluye el medio con el total de la hipoteca de Ucrania desde el principio de la guerra con los Estados Unidos: la no despreciable suma de $63.000 millones de dólares.
INFOBAE:
Estados Unidos enviará a Ucrania otro paquete de armamento valuado en USD 250 millones.
INFOBAE nos complementa la información: “Las armas se extraerán de las reservas estadounidenses existentes y también incluirán equipos de remoción de minas, artillería y cohetes, ambulancias y equipo médico, entre otros artículos y repuestos, según el Departamento de Estado.”
“Estados Unidos ya se habría quedado sin fondos para este año para proporcionar equipos de almacenamiento adicionales a Ucrania, pero a principios de este año se dio cuenta de que el Pentágono había sobrevaluado el equipo que ya había enviado, lo que liberó 6.200 millones de dólares adicionales en fondos.”
Nuestras conclusiones del detallado análisis de la totalidad de la información anterior son las siguientes:
La entrega de armamento a Ucrania a gran escala ha significado un deterioro de las condiciones de seguridad en Europa del Este y otros países, mediante la proliferación de armas occidentales que se han desviado hacia el mercado negro.
Varios países OTAN que poseían armamento heredado de la era soviética, como Polonia, los han despachado hacia Ucrania vaciando sus arsenales o disminuyendo de manera notoria sus propias capacidades defensivas.
Pero también países como Inglaterra y Alemania han enviado armamento occidental de diversa naturaleza al teatro de operaciones ucraniano, comprometiendo sus capacidades defensivas y ofensivas.
De esa manera, aparece pues el gran negocio militar para el gobierno estadounidense: ha ofrecido el reemplazo de esos equipos por sus equivalentes estadounidenses.
Ya desde diciembre de 2022, Josep Borrell, alto representante de Política Exterior de la Unión Europea (UE), indicó que las reservas militares europeas estan «agotadas» debido a los continuos envíos de armas a Ucrania.
La Unión Europea «carece de las capacidades de defensa necesarias» para hacer frente a futuras amenazas, señaló el propio Borrell, quien destacó que el conflicto bélico en Ucrania ha puesto de manifiesto «la insuficiencia de nuestras existencias militares» y «la fragilidad de nuestras cadenas de suministro». Algo que es muy preocupante, si aparecen otros peligros en un futuro que supuestamente amenacen la seguridad comunitaria.
Pero la estrategia de los Estados Unidos se completa en Latinoamérica:
En enero de 2023, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, pidió a los países latinoamericanos ceder su equipamiento militar ruso a Ucrania, remarcando la creciente influencia de potencias como Rusia y China en Latinoamérica, una región que reviste particular importancia para Washington.
La generala adelantó que ofrecen reemplazar las armas despachadas hace tiempo desde Moscú por equipamiento estadounidense, con lo cual hace una jugada a tres bandas: además de enviar a Ucrania armas que ellos conocen de antemano, las reemplazan con armas norteamericanas, lo cual comienza a crear una dependencia total de los países latinoamericano con el gigante del norte. Aludió concretamente a Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero sin mencionarlos, y a otros países que hoy poseen armamento ruso.
A la luz de estos datos y anuncios, es evidente que la guerra proxy de la OTAN contra Rusia ha adquirido una modalidad de proyección al largo plazo. Además del suministro de armas, concurre el bloqueo a Ucrania de toda facultad de diálogo y negociación para crear distensiones o poner fin a la guerra, lo cual solo facilita el alargue de la misma.
Ucrania ha entregado su soberanía de manera evidente y se ha convertido en un protectorado de la OTAN, dando forma a una guerra prolongada pese a sus catastróficas pérdidas de efectivos militares, armas e infraestructura.
La proyección del conflicto y su prolongación en el tiempo, no de manera casual, está cambiando la configuración de los parques de armas en los ejércitos de varios países: inicialmente en Europa, pero también pretenden que ello se extienda a Latinoamérica. En ambos continentes, considerados parte del «área de influencia» norteamericana, Washington pretende expulsar a Rusia y consolidarse como único proveedor de armamento.
Este podría ser el proceso de reemplazo de armas más grande del cual se tenga memoria. Una estrategia que está claramente diseñada a favor de los Estados Unidos y su complejo industrial-militar, principalmente, al ofrecer el cambio de armamento europeo ya entregado a Ucrania por armamento de fabricación norteamericana.
La admisión de Josep Borrell del agotamiento del arsenal europeo implica un llamado al aumento de los procesos de procura de armamento OTAN de los países europeos, bien sea por fabricación propia, pero también por la adquisición del más grande proveedor: Estados Unidos. Consideramos la declaración de Borrell como un acto de amistosas relaciones a favor de los fabricantes de armas.
No es otra cosa que el negocio de la guerra como fin último.
Los procesos de reemplazo de los sistemas de armas son un tema complejo para los ejércitos de cualquier país, pues implica el desarrollo de nuevos contratos, no solo para el suministro de armamento, sino también para la prestación de otros servicios adicionales, tales como el entrenamiento de las tropas para la operación de las armas(el entrenamiento de pilotos por ejemplo), el intercambio de información sobre el uso de armas, la solicitud de autorización para poder entregarlas a un tercer país y además los servicios de mantenimiento y reparación de los equipos.
De esta manera, la industria militar estadounidense obtendría una clara ventaja al hacerse de nuevos contratos que, por defecto, controlarán las capacidades de respuesta y arsenal de aquellos países que participen en este proceso de cambio de su parque de armas.
El reacomodo de los sistemas de armas a gran escala y a favor de Estados Unidos es mucho más que económico, pues contiene otros elementos propios de la seguridad estratégica.
En el caso en el cual un país entregue armas de la era soviética o la Federación Rusa a Ucrania y después quede dependiendo de Estados Unidos como único proveedor de sus armas, se crearía una clara vulnerabilidad a sus sistemas de defensa. Pero, si hay cambios geopolíticos, lo cual no es descartable, el país puede sufrir un embargo de armas de parte de Estados Unidos, ya sea por vía formal o de manera soterrada. Las empresas norteamericanas simplemente podrían suspender el suministro de servicios y reparaciones de equipo militar.
Esto no es novedoso, pues ya sucedió a comienzos del presente milenio con Venezuela, cuando los Estados Unidos se negaron a prestar servicio de mantenimiento y repuestos a los F-16, lo cual desembocó en la adquisición de 24 unidades de los cazas estratégicos polivalentes Sukhoi-30 de fabricación rusa por parte del país latinoamericano.
Ucrania es ahora el epicentro de una gran operación financiero-armamentística. La prolongación de la guerra es el contrato a gran escala más grande a favor del suministro de armas al país eslavo, pero el gran beneficiario será Estados Unidos.
Los posibles incrementos de los beneficios para el complejo financiero y militar incluyen la formación de condiciones para dar un nuevo aliento a la ya muy disminuida hegemonía estadounidense como principal potencia militar del mundo, tratando de fortalecerla frente a enemigos estratégicos como Rusia y China.
La reconfiguración de la estructura de distribución y uso de armas que está imponiendo Estados Unidos se dirige a la creación de una nueva matriz de carrera armamentística.
Aunque es un hecho que Moscú sigue adelante de Washington en algunas áreas de desarrollo militar, por ejemplo en las tecnologías hipersónicas, la intención de la OTAN y sus aliados es disminuir dichas capacidades de avance, así como bajar el gradiente de inversión e innovación.
Se pretende pues, eliminar a la industria militar rusa de Europa (y ahora de Latinoamérica), así como alargar la guerra contra Ucrania, todo ello con el objetivo de mermar al largo plazo las capacidades de la industria militar de la Federación rusa y con ello conseguir el debilitamiento (por desgaste) de las capacidades militares de Rusia, el incremento de los beneficios de la industria estadounidense y, de esta manera, definir una carrera por la superioridad militar con solamente dos participantes: Estados Unidos y China, países que muy posiblemente veremos enfrentados de manera directa por hostilidades relacionadas con Taiwán.