Por: Rodrigo Bernardo Ortega
Mayo de 2.024
En el mes de septiembre de 2023, en un artículo titulado: EL ENVÍO DE ARMAS A UCRANIA, EL MEJOR NEGOCIO MILITAR DE LA HISTORIA PARA ESTADOS UNIDOS, demostramos de manera fehaciente como era el modus operandi de Estados Unidos y algunas otras naciones de la OTAN para proporcionar armas para la guerra. Han transcurrido solo seis meses y queremos presentar en el presente artículo la verdadera magnitud de nuestra denuncia previa.
Comencemos por decir que todas las cifras que presentamos en el presente artículo, salvo que lo advirtamos, provienen de una sola fuente: El SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute), que es la fuente independiente de seguridad global de mayor reconocimiento en la actualidad.
El gasto militar mundial aumenta en medio de las crecientes tensiones geopolíticas, tanto la guerra en Ucrania como el conflicto en Gaza impulsan un auge de la industria armamentística sin precedentes desde hace muchas décadas.
Además de muerte y destrucción, los conflictos armados están generando enormes ganancias al sector bélico, y lo que es peor, invertir en empresas dedicadas a la muerte ya no está tan mal visto.
En la actualidad, las principales empresas dedicadas a desarrollar armamento para los países, cotizan sus acciones en sus máximos históricos, así pues, la industria militar ha pasado de tener mala reputación a ser cortejada por los gobiernos.
¿Pero, quienes se benefician del negocio de la guerra?
El gasto militar mundial aumentó en cada año de la última década de manera consistente hasta alcanzar en 2023, según SIPRI, un máximo histórico de $2.44 Billones (Trillones para los americanos) de dólares, con un incremento de casi el 7% con respecto al año anterior.
Todos los gobiernos del planeta dedicaron también casi el 7% de sus presupuestos en armas. Obviamente los Estados Unidos son el mayor productor, consumidor y comercializador de armas en todo el mundo con una inversión de 916.000 millones de dólares y un 37% de la inversión militar mundial.
China es el segundo, con solo la tercera parte: 216.000 millones de dólares y el 12% del total.
Rusia es el tercero con 109.000 millones de dólares, y el 4% del total, o sea solo tercera parte de China y menos de la novena parte de lo invertido por los norteamericanos.
Destaca en el cuarto lugar Ucrania con una inversión de 64.000 millones de dólares y un 3% del total mundial, pero más adelante desglosaremos esa cifra para saber donde fueron los dineros invertidos allí.
Finalmente, la OTAN con su descomunal inversión de 1.341 millones de dólares se acerca al 55% del total global.
El gasto militar aumentó en todas las regiones, por ejemplo, en Israel subió un 24%, y los países que lo alimentaron de armas fueron: Estados Unidos en un 69% y Alemania en un30%.
Resumiendo, en el año 2023 un 2.3% del PIB de todo el planeta se dedicó al “negocio” de la guerra, lo cual implica que ha ocurrido una percepción de inseguridad en la totalidad del mundo que obliga a los gobiernos a armarse para defender su seguridad.
Sobresale de manera contundente la exportación de armas por parte de los Estados Unidos: entre 2019 y 2023 significo un 42% del total mundial de exportaciones, en tanto que Francia y Rusia solo contribuyeron con un 11% cada uno y China y Alemania menos del 6% c/u.
Las 5 primeras compañías exportadoras de armas del mundo son estadounidenses, entre Locked Martin, RTX, Northrop Grumman, Boeing y General Dinamics, exportaron un valor muy cercano a los 200.000 millones de dólares (188.880 exactamente), si a esto sumamos las exportaciones gubernamentales, obtenemos la escandalosa cifra de 238.000 millones de dólares con un aumento del 16% respecto del 2022.
Pero la estrategia es aún más perversa: puesto que muchos países decidieron reponer las armas enviadas a Ucrania y prepararse para conflictos a gran escala, pues de los 113.000 millones de dólares que USA concedió a Ucrania, sin contar el paquete de casi 70.000 millones que aprobó en abril de 2024, 68.000 millones fueron en armamento, PERO, el 90% de ese valor se quedó nuevamente en los Estados Unidos. Aclaremos: USA manda a Ucrania armamento ya producido y almacenado y lo que hace con ese dinero es reactivar líneas de producción domésticas para fabricar más misiles, lanzaderas, bombas, sistemas teleguiados, etc con armamento aún más moderno. Es una espiral sin fin de creación y perfeccionamiento de nuevas armas, exportación de las que tienen en stock y producción de nuevas armas.
Con la estrategia antes descrita, no solo se reactiva la economía en las zonas donde se fabrican las armas, sino que les da oxigeno a las cadenas de proveedores de los demás sectores que no están directamente involucrados en el desarrollo del equipo militar.
Veamos ahora la perspectiva de los socios europeos de la OTAN: en tanto que desde el 2014 se comprometieron a invertir un 2% de su PIB en defensa, durante los primero 8 años nada pasó, pero desde 2022 las dos terceras partes de ellos ya están cumpliendo dicho compromiso.
La industria militar europea se encuentra fragmentada, y para poder defenderse y sobre todo, independizarse de los Estados Unidos, la solución pasa por gastar mucho más, pues consideran que no hay nada más importante que lograr la disuasión de amenazas hibridas y para ello deben invertirse ingentes cantidades de recursos económicos.
Veamos un caso particular en Alemania: Rheinmetall AG, su mayor compañía de la industria militar, está aumentando sus capacidades con la adquisición y construcción de nuevas plantas y tuvo utilidades netas de 535 millones de euros en 2023, un 13% mayores que los obtenidos en 2022 y ahora ya forma parte del índice bursátil DAX y sus acciones subieron más del 100% en el último año. Pero este no es un caso aislado, veamos el informe de Bloomberg presentado por la DW:
Ahora bien, pero ¿de dónde sale todo ese dinero? Pues claramente la industria financiera mundial es quien sostiene la producción y el comercio de armas, las acciones del sector de defensa están en máximos históricos en los mercados de valores, es una industria en crecimiento, rentable y de escaso riesgo, dado que los principales clientes son los gobiernos de los países, convirtiéndose en un punto clave del ciclo económico militar.
Un dato verdaderamente relevante: la industria militar tiene un endeudamiento del 75%, o sea que las tres cuartas partes de los equipos militares no se podrían fabricar si no fuesen por los préstamos bancarios.
Según el Centro de Estudios por la Paz Delás, entre 2020 y 2022, el sector financiero invirtió casi un Billón de dólares en la industria militar, y otro dato increíble: los fondos de inversión sostenibles se están viendo atraídos por el negocio de la guerra, aunque para las finanzas éticas esto es incompatible, y además, son fondos que desaparecen donde más se necesita
Lo que podemos concluir es que el negocio de las armas es cada vez más rentable, concurren intereses estratégicos, políticos y económicos, hemos llegado al punto que la guerra ha normalizado la industria armamentística desde el punto de vista de bancos y gobiernos y todo apunta a que los presupuestos en defensa seguirán aumentando y engrosando las arcas del sector bélico.
La guerra es cruel, pero demasiado lucrativa.
Referencias: